Nómadas

Juan B. Pons Herrera

arquitecto_ estudio gandara#pons

Cartel promocional del filme “Nomadland”

“Nomadland”, la película dirigida por Chloé Zhao, ha sumado tres estatuillas de la Academia de Hollywood a su larga lista de premios, entre ellas mejor película y mejor directora. En el largometraje una forma de vida tan antigua como la humanidad vuelve a entrar en escena a raíz de una gran crisis económica. Otra concepción del habitar.

 

“Nomadland” es una de esas películas que prestigia a los premios que le son concedidos y supone un acercamiento de los grandes jurados al cine independiente. El filme reflexiona sobre temas candentes en torno a personas que, ya sea por una opción personal o por haber sido empujadas por la sociedad, han optado por un tipo de vida nómada alejada de los actuales estándares. En furgonetas, caravanas o autocaravanas (en los mejores casos) los nuevos nómadas se trasladan en sus casas rodantes hasta donde hay trabajo para ellos; su existencia transcurre constante en un paisaje cambiante.

El estallido de la burbuja inmobiliaria en los Estados Unidos en el año 2006 produjo la crisis de las hipotecas subprime al año siguiente, que desembocó de manera directa en la crisis financiera global de 2008; muchos de los protagonistas de la película de Zhao son hijos de estos acontecimientos. Sin trabajo estable y sin vivienda, se ven abocados a un devenir trashumante en busca del sustento que proporcionan empleos temporales mal remunerados (no es el caso de la compañía Amazon, que sale bien parada en el aspecto salarial). 

Pero también hay para quién este tipo de vida es una elección, una apuesta por una realidad alejada de lo material, sin acumular más allá de lo imprescindible, sin ataduras y en contacto con la naturaleza. Lógicamente, nada tiene que ver quién opta libremente por ella de los que se ven forzados irremisiblemente, pero en ambos casos es común el espacio en que residen. Sus casas son vehículos: coches, furgonetas, caravanas, autocaravanas, barcos,… cuya principal cualidad es el movimiento, más allá de la capacidad de alojar personas, de ser una vivienda.

Plano de montaje de una caravana y una representación gráfica de otro modelo

Esta manera de vivir está relacionada con tendencias actuales como las viviendas mínimas, las tiny houses o las casas móviles, y coincide con el auge de un tipo de turismo asociado a alojamientos transportables. Los usuarios de estas residencias, en especial las de carácter permanente, buscan alejarse de lo material para acercarse a lo espiritual, pretenden que la falta de espacio no solo traiga como consecuencia el orden físico necesario, también el mental.

Ejemplo de Tiny House

Independientemente de los personajes, los grandes protagonistas de la película son el silencio y el paisaje; el primero se asocia a la introspección, a la soledad del individuo; el segundo al retorno a una vida paradójicamente enraizada en la naturaleza, desligada del lugar concreto pero unida íntimamente al espacio que nos rodea. En habitáculos tan reducidos, el exterior, el afuera, cobra una dimensión enorme, forma parte de la vivienda y al trasladarse ésta también lo hace ese jardín que siempre es diferente. Aquí, el espacio personal es el del vehículo, o dicho de otro modo, la casa tiene su propio espacio personal: una parcela indeterminada.

Fotograma de la película Nomadland

La sostenibilidad es otro aspecto significativo de una forma de implantarse en el territorio cuyo impacto es mínimo; sin estructuras que ataquen el lugar ni permanencias que lo modifiquen, las casas sobre ruedas pululan por el territorio sin dejar más huella que unas geométricas marcas de rodaduras en el suelo. Esta vida ambulante trae aparejada la reducción del gasto energético y de otros recursos, así como una menor producción de residuos, lo que debe ser una meta para la sociedad de consumo en la que vivimos.

Además de la compañía de la naturaleza, los protagonistas se tienen los unos a los otros. Cuando la existencia transcurre en solitario, como en muchos de los casos que muestra la película, su dimensión comunitaria se magnifica y toma tintes de familia. Ayudados por las nuevas tecnologías y en especial por las redes sociales, estos viajeros del siglo XXI han creado una auténtica red colaborativa, una comunidad que, con sus características propias, genera verdaderas ciudades ambulantes.

Fotograma de la película Up in the air

En otro largometraje, “Up in the Air” , el protagonista, interpretado por George Clooney, imparte una conferencia en la que equipara la acumulación de posesiones con llevar una mochila cargada que no te deja avanzar en el camino de tu vida. En contraposición con “Nomadland”, la película está repleta de lo que el antropólogo francés Marc Augé denomina no-lugares, esos espacios transitorios, intercambiables, donde nadie reside y todo se compra y se vende. Estos nómadas modernos, a pesar de no tener una vivienda asentada en el territorio y de llevar una vida en movimiento, habitan en un lugar.

“Una casa es una máquina para vivir. (…) La casa debe ser el estuche de la vida, la máquina de felicidad” (Charles-Édouard Jeanneret-Gris, Le Corbusier)

críticas y comentarios: juanpons@coag.es