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Ana García Novo

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Accesibilidad cognitiva o cómo hacer ciudades más comprensibles

Un ciudadano llega a una estación de tren. Es la primera vez en su vida que la visita. Lo primero que hace al llegar es buscar indicaciones que le ayuden a orientarse. ¿Dónde estarán las taquillas? ¿Por dónde se accederá a los andenes? ¿Tendré que pasar un control de seguridad? Si no encuentra indicaciones claras, llegarán esos momentos de confusión que, primero, lo paralizarán. Después, dará unos pasos en varias direcciones para desandarlos. Finalmente, tratará de encontrar un alma caritativa que le pueda echar una mano.

Ahora, añadamos un matiz más al supuesto. Digamos que ese ciudadano cuenta con algún tipo de discapacidad intelectual y desea moverse de manera autónoma por esa estación. O quiere encontrar las taquillas, los andenes o el control de seguridad. En este caso, una serie de barreras adicionales, invisibles para el resto de los usuarios, se levanta para dificultar aún más su objetivo. El reto se multiplica porque le resultará más difícil comprender la información que se le ofrece. Ahí es donde entra en juego lo que se conoce como accesibilidad cognitiva.

Qué es la accesibilidad cognitiva

La accesibilidad cognitiva es un derecho recogido en la Convención de la ONU sobre los derechos de las personas con discapacidad. Básicamente se puede definir como el derecho a que todo sea fácil de entender.

Se trata de un derecho especialmente importante para las personas con discapacidad intelectual porque les permite, entre otras cosas, ganar autonomía, tomar decisiones, opinar y participar en la sociedad. Hacerlo es más fácil si comprenden el mundo que les rodea.

Todo esto se aplica a las ciudades, que deben ser comprensibles para todos sus habitantes. La accesibilidad cognitiva se convierte, así, en un factor clave para la inclusión social en los entornos urbanos.

Cómo se potencia la accesibilidad cognitiva

Si un ciudadano, sea cual sea su condición, es capaz de orientarse y encontrar de manera clara e intuitiva lo que busca, se encontrará en un lugar con una buena accesibilidad cognitiva. En general, esto se logra a base de utilizar distintas herramientas que ayuden a disminuir la dependencia de la memorización para recordar información, emplear tantos formatos complementarios como sea posible (visual, audio, gráfico, táctil), reducir la necesidad de utilizar habilidades organizativas complejas para moverse y usar un vocabulario o nivel de lectura que se acerque al que poseen los receptores.

En este objetivo ayudan elementos como una señalización clara, pasillos anchos o incluso el uso de imágenes y códigos de colores sencillos e intuitivos que eviten sobrecargas sensoriales. Todos ellos permiten encontrar fácilmente el camino correcto.

También facilitan la eliminación de barreras cognitivas los puntos de información con personal debidamente formado y las explicaciones en lenguaje sencillo. Asimismo, se puede emplear tecnología accesible, con pocos botones, letras grandes e instrucciones fáciles de entender, incluso con lectores de pantalla.

Es fácil imaginar la seguridad que ganará cualquier persona con discapacidad intelectual si se encuentra con este tipo de elementos a la hora de comprar un billete de transporte público o acudir a la consulta de su médico. Lo mismo ocurre con las personas mayores que sufren cierto deterioro cognitivo, aquellos que tienen un grado bajo de alfabetización o incluso con los extranjeros que desconocen el idioma.

Cómo evaluar, diseñar y adaptar espacios

La accesibilidad cognitiva es un elemento que se debería tener en cuenta desde el mismo momento en que se empieza a diseñar un espacio. Si ya ha sido construido, siempre se podrá adaptar. Para ello, es necesario estudiar su estado y proponer una serie de mejoras.

En los últimos tiempos han surgido distintas iniciativas que ayudan en esa labor de evaluación. Todas ellas cuentan con personas con discapacidad que localizan los puntos de mejora en las instalaciones.

Una de esas iniciativas es el proyecto Espacio Fácil, integrado por técnicos y personas con diversidad cognitiva. Para analizar un espacio, el equipo estudia previamente los planos, establece unos objetivos y realiza el reconocimiento con un formulario en el que se evalúan distintos puntos. Por ejemplo, si el acceso al edificio se reconoce fácilmente o si la distribución de objetos y mobiliario favorece la atención. La información recogida permite diseñar un proyecto adaptado a lo que requiere cada instalación para mejorar su accesibilidad cognitiva.

Otro ejemplo en este sentido es Altavoz Cooperativa, un proyecto de autoempleo dirigido por personas con discapacidad intelectual. Su equipo de evaluadores con dificultades de comprensión analiza los espacios a través de diversos puntos. Por ejemplo, la presencia de apoyos a la comunicación, el diseño y la distribución de los elementos, la cantidad y calidad de la información disponible, así como la complejidad de los itinerarios y de la relación entre la persona y el entorno. A partir de esta información, realiza una propuesta de mejora e incluso ayuda a implementarla.

Ejemplos y casos de éxito

Existen edificios que han sido diseñados desde el principio teniendo en cuenta su accesibilidad cognitiva. Como resultado han surgido algunos ejemplos de buenas prácticas en este sentido.

BBK Bilbao Good Hostel
Se trata del primer albergue gestionado por personas con discapacidad en Bilbao. El BBK Bilbao Good Hostel está adaptado para todo tipo de discapacidades en un sector, el de la hostelería, que se suele centrar solo en las relacionadas con la movilidad.

Algunos de los elementos que potencian su accesibilidad cognitiva son la presencia de alarmas con luces para personas con problemas de audición, barandillas con señalética braille e iconografía sencilla para personas con discapacidad intelectual.

Además, sus instalaciones incorporan el color como un elemento más para favorecer la orientación y evitar la sobrecarga de estímulos. Así, cada planta utiliza un tono distinto, que se emplea en suelos, baños y decoración.

Musholm Vacation, Sports and Conference Centre (Dinamarca)
El complejo de ocio, deportes y centro de conferencias de Musholm (Dinamarca) nació con un claro objetivo: todas las personas son bienvenidas allí. No importa si sufren alguna discapacidad o no, todas ellas encontrarán un resort en el que divertirse durante sus vacaciones y participar en todo tipo de actividades.

Para conseguirlo, la accesibilidad física y cognitiva fue un elemento esencial de su diseño, un proceso en el que participaron arquitectos del estudio AART architects, personas con distintos tipos de discapacidad e incluso fabricantes de mobiliario.

Como resultado, se construyeron unas instalaciones multipropósito. Cuenta con una sala de estimulación sensorial Snoezelen, un pabellón capaz de albergar deportes adaptados, conciertos y conferencias e incluso embarcadero y rocódromo accesibles para usuarios en sillas de ruedas. También emplea colores, sonidos, pictogramas y elementos de guía que ayudan a encontrar itinerarios. Incluso la iluminación, la calefacción o el acceso a las habitaciones se pueden controlar desde el móvil.

Espacios para compartir

Potenciar la accesibilidad cognitiva de las instalaciones no tiene como objetivo construir paraísos para determinados tipos de personas. Al contrario. Se trata de diseñar espacios de integración, en los que los ciudadanos compartan espacios de manera natural. Tanto en el caso de Musholm como en el de BBK Bilbao Good Hostel, su propósito consiste en crear posibilidades de interacción entre personas con y sin discapacidad como un medio para eliminar prejuicios y barreras.

La accesibilidad cognitiva es un derecho de las personas que se debe incorporar a los entornos que las rodean. Esto atañe a las ciudades, que tienen la misión de convertirse en lugares inclusivos para sus ciudadanos. Contar con todos ellos es la mejor manera de conseguirlo.

Imágenes |. AART architects: Kirstine Mengel, Jens Markus Lindhe. iStock: peshkov, zlikovec, AaronAmat. Lantegi Batuak.