La economía de la experiencia a través de productos como los techos Armstrong, adaptados al entorno

Un espacio no es solo un espacio. O ya no. Ahora un espacio es una experiencia. Gracias a la democratización de internet y las redes sociales, así como el control de Google, en cualquier sitio donde uno se encuentre, puede encontrar su reflejo online, completado con reseñas, imágenes y experiencias de otros usuarios. Es la era de la economía de la experiencia, donde incluso el espacio más acomodado está sujeto a las opiniones y feedback abierto.

Pero esto no es necesariamente algo negativo. Acoge competiciones y conduce a los creadores de estos espacios a esforzarse más y crear experiencias positivas para el usuario final. Y es un hecho, en todos los sectores. Desde la educación, donde una opinión puede influir en la elección del centro para los niños, hasta el restaurante dónde cenar. En cada espacio dentro de la economía de la experiencia el diseño y la arquitectura deben interpretar su papel en mejorar la experiencia y subir las expectaciones. Y el espacio del techo es fundamental para esta ambición.

Elevando las experiencias a través de los techos Armstrong

Los techos tienen la capacidad de moldear la experiencia del usuario entorno a un espacio. Aportan luz, controlan el sonido y mejoran la calidad del aire, entre otras prestaciones. Así, los techos interpretan su papel en transformar un espacio simple y funcional en una experiencia “world-class”. Los materiales y el diseño que elegimos son cruciales para conseguir esto.

Los sistemas de techos actuales ofrecen un alto rendimiento en cuestión de reflectancia de luz. Los acabados en blanco funcionan como solución para bañar los espacios interiores de niveles óptimos de luz natural. A su vez, esto aumenta la experiencia de los ocupantes; desde una mayor productividad y concentración hasta el bienestar en general.

Por otro lado, los techos suspendidos, como el modelo Axiom Canopy, no solo sirven para crear un entorno visual más agradable. Con ello, el espacio se ensancha y se puede redirigir y definir el sonido. Así, al proporcionar un óptimo equilibrio entre la absorción acústica y la estética, estos modelos aseguran que el mensaje de los profesores llegue a los alumnos. Y lo mismo ocurre en las oficinas. Los techos flotantes garantizan que éste sea un espacio donde se pueda trabajar en silencio y, a la vez, se disfrute de un entorno visual más estimulante.

Todo se combina para elevar las experiencias más allá del elemento espacial del entorno. Experiencias que las personas compartirán, mejorando el valor de estos espacios. Pero, dentro de las posibilidades de la economía de la experiencia, ¿qué papel juegan las regulaciones y estándares del entorno construido en este contexto?

El impulso de certificaciones como BREEAM o Green Building Certification

Estos certificados ambientales evalúan los espacios en función de cómo están diseñados, construidos y su función. Por ello, no es lo mismo un proyecto BREEAM Outstanding que uno que es únicamente Good. Entre cada categoría, desde energía e innovación al bienestar y malbaratamiento, hay una continua búsqueda de mejora y recompensación en cada etapa de los procesos de diseño y construcción.

Donal Murphy

Y aquí los techos también tiene algo que decir dado que contribuyen en diversos aspectos; el confort visual, acústico y térmico, el tratamiento y reducción de los componentes orgánicos volátiles (COV), reciclaje e higiene… Todos ellos son elementos que suman puntos para mejorar la certificación de un edificio. Esencialmente, los techos de fibra mineral mejoran el ambiente y la experiencia de todos los que se encuentran en el edificio.

Detrás de la experiencia

Para que una idea prospere, se deben seguir todos los pasos, con constancia y sin pretender construir la casa por el tejado. Por ello, los arquitectos y diseñadores necesitan adquirir los derechos fundamentales para poder marcar los puntos esenciales necesarios para crear las mejores experiencias.

Estas experiencias deben contemplar también la seguridad. El primer peligro en el que el usuario piensa siempre es el fuego. Y la instalación de techos, como Armstrong, debe asegurar una alta resistencia al fuego. Pero no solo el fuego es un gran enemigo. En espacios como hospitales, escuelas o espacios públicos, las bacterias y infecciones pueden presentar también riesgos. El uso de inhibidores pasivos, como puede ser el Bioguard, ofrece el primer nivel de protección, así como contribuye a un mejor uso técnico del espacio. Pero, a pesar de todo esto, inhibiendo el crecimiento y esparcimiento de las bacteria, los techos también aseguran que los espacios sean más limpios y seguros, más higiénicos y agradables. Estos dos ejemplos son una muestra de cómo las prestaciones técnicas detrás de los espacios pueden contribuir en las experiencias de las personas con los edificios.

La economía de la experiencia coincide con una tendencia de consumo responsable en alza. Asegurando puntos como la sostenibilidad, a través de programas de reciclaje o eficiencia energética, se promueve esta tendencia y permite alinear los espacios con una eco-experiencia más positiva. Una buena manera de conseguirlo es a través de productos cómo los techos de fibra mineral Armstrong con certificado Cradle to Cradle. Sin embargo, se debería trasladar está visión y misión ecológica a toda la cadena de subministro, porque una experiencia se extiende más allá del espacio dónde sucede.

La simbiosis entre entorno y experiencia

El diseño debe tener en cuenta el usuario y su bienestar para crear grandes espacios y experiencias, que no caduquen con el paso del tiempo. Ejemplo de ello son los supermercados. A lo largo de los años se reorganizan, renuevan, y se adaptan a las necesidades y gustos de los clientes y las marcas, para convertirse en un lugar mucho más atractivo. Y exactamente lo mismo pasa con las oficinas. Allí, los trabajadores buscan entornos que se adapten a sus personalidades y necesidades, en cada momento.

Por tanto, hoy en día, cada espacio es un escaparate, una ventana que el mundo puede mirar y por eso hay que evolucionar con ella. Y su impacto en nuestro planeta, así como su potencial para las generaciones futuras se traduce en cómo este espacio se convierte en una experiencia y la importancia que tiene.