jardinería

Ángel Covelo
 
 

Plantas ¿de interior?

 Hace años, leyendo una revista de bonsái, encontré una frase que me llamó la atención: no existen bonsái de interior, al igual que no existen plantas de interior, esta afirmación la hacía un japonés profesional de estos cultivos orientales. Lleva su razón pero muchas plantas originarias de zonas cálidas, han de ser cultivadas dentro de nuestras casas pues el frío acabaría con ellas, cosa que se agradece pues siempre es de agradecer tener algo de naturaleza en el hogar.

Los que vivimos en el litoral gallego estamos acostumbrados a ver plantas que, por su procedencia, tendrían que estar cultivadas en invernaderos, y no nos extraña ver aguacates con sus frutos, plataneras que incluso fructifican o, más raramente, chirimoyas, zapotes y, como experiencia personal, planté un mango que prosperaba adecuadamente hasta que un mal día un vecino se lo cargó con un coche, quedó así la cosa pues no di parte al seguro ni llamé a atestados, vamos se libró de la prueba de alcoholemia.

También hay plantas que adquirimos en viveros o floristerías y su único fin es el adorno casero pero por razones de crecimiento, mal aspecto, o porque nos da la gana, acaban plantadas en un jardín, a estas nos referimos y vamos a ver algún ejemplo.

FICUS

Este género, de la familia de las moráceas, comprende unas 900 especies diseminadas por las distintas partes del mundo. Su nombre proviene del latín, ficus: higo, que deriva, a su vez, del término griego sykon, por ello, botánicamente, se denomina sicono al fruto de este árbol. El más conocido es el ficus carica, es decir la higuera común, que cultivamos por sus frutos, no es autóctono y tiene procedencia asiática pero, partiendo del cultivo, se naturalizó en las áreas mediterráneas, su nombre específico, carica, alude a la Caria que es una región del sudoeste de la actual Turquía.

Ficus elastica Roxb. El nombre específico viene del latín elastica, sin acento, que significa elástica, con acento, pues, como me dijo un entendido en el tema, las palabras en latín han de pronunciarse como esdrújulas. Se le conoce como gomero o árbol del caucho por el látex que produce, al igual que el resto de ficus. No confundir con la Hevea brasilensis, o siringa, de donde se obtiene el caucho. En su zona de distribución, sudoeste de India y sur de Indonesia, puede crecer hasta los 60 metros. Fue introducida en 1815 para su cultivo en interiores y, en otra época, era muy corriente tener uno en casa.

Ficus benjamina L. El nombre específico probablemente proceda del término banyan que es el nombre que le dan en la India a los ficus estranguladores, este tipo de árbol tiene una forma de crecimiento un tanto particular, en primer lugar cae una semilla cerca o encima de otro árbol, va trepando a la vez que lanza hacia abajo unas raíces aéreas, a medida que prospera el abrazo se va convirtiendo en letal y acaba quedándose con el espacio de su “tutor”. En algunos sitios como Venezuela les llaman, acertadamente, Matapalo. Un “primo” de este árbol es el F. benghalensis, causante en gran medida de los destrozos de templo de Angkor en Camboya. En su cultivo en interior necesita una buena luminosidad, evitando encharcamientos que pueden hacer que las hojas caigan. Si se tiene fuera el mayor problema lo constituye el frío cuando las plantas tienen pequeño tamaño, en ejemplares de cierto porte hace que pierda las hojas externas pero rebrota sin problemas en primavera.

Howea forsteriana Becc. Su nombre genérico se debe al lugar de origen, las Islas de Lord Howe y el específico en honor de un político australiano de origen irlandés, William Foster. El nombre vulgar Kentia, se debe a un sinónimo: Kentia forsteriana. Es una de las plantas más clásicas de interiores por ser sumamente grácil, sumamente esbelta, sumamente elegante y sumamente cara, esto último se debe a su lentitud de crecimiento por lo que necesita mucho tiempo para alcanzar una altura comercial. En su medio natural puede alcanzar los 18 metros de altura con un tronco de solamente 15 centímetros de diámetro. Entre las palmeras es de las que aguantan mejor los sitios oscuros, pero se debe tener cuidado con los excesos de riego.

Yucca elephantipes Baker in Regel. El nombre del género se debe a la confusión que hubo, en un principio, con la yuca o mandioca Linneo, le dio el nombre añadiendo una c “yucca”, lo que lejos de diferenciar, confunde más. El específico significa pata de elefante, nombre con la que se conoce vulgarmente, pero cuidado, también se aplica a la beaucarnea y a la nolina. Es originaria de Centroamérica, alcanzando los 10 metros de altura, los troncos se ensanchan notablemente en la base y la corteza es parecida a la piel de elefante. Las flores de color blanco se disponen en racimos, las hojas son estrechas y largas, pero carecen de la dura espina que tienen otras yuccas en el extremo, lo que hace que sea menos peligrosa que otras congéneres en lo referente a la integridad física, sobre todo los ojos. En interior agradece los sitios soleados, regar con muy poco agua.

Schefflera arboricola (Hayat) Merrian. El género en honor del botánico alemán J.C. Scheffler que viajó a Australia con el Capitán Cook. El específico alude a su forma de árbol. Su lugar de procedencia es Taiwan. En la naturaleza es un árbol de pequeña talla pues no sobrepasa los 6 metros, generalmente un arbusto de 3 a 4 metros. Se trata de una planta que se comercializa preferentemente con las hojas matizadas de amarillo, pero prospera mejor en exteriores y, en nuestro clima, incluso florece y fructifica.

Radermachera sinica (Hance) Hemsl. El nombre genérico en honor del naturalista alemán Jacob Radermacher. El específico del latín sinica: por China, uno de sus lugares de origen que comparte con Taiwan. Se le conoce como árbol serpiente porque su fruto, parecido a una judía, puede alcanzar los 80 centímetros de longitud y cuelga de los árboles. Tiene un tamaño considerable pues alcanza los 20 metros. Las plantas que vienen en maceta son de tamaño pequeño y muy apreciadas por sus hojas compuestas, lustrosas, de un verde muy oscuro. La flor es tubular, de color blanco.

Hay más, pero eso es otra historia.