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Miriam Campos

responsable del departamento de previsión social en S4 correduría de seguros y gerencia de riesgos_

 

Protagonista: el autónomo

En tiempos de inestabilidad puede parecer que la incertidumbre se multiplica sobre los hombros de los autónomos, suponiendo una carga difícil de sobrellevar. No en vano, el peor gaje del oficio de emprendedor es la soledad con la que, la mayoría de las veces, se enfrentan a las distintas vicisitudes que nacen de su negocio.

En este sentido, es muy recomendable buscar elementos que ayuden a repartir o trasladar una parte de esa incertidumbre, de esa carga. El seguro de baja laboral es una de esas herramientas.

Se trata de desplegar una red sobre la que caer cuando ese autónomo, casi funambulista, en sentido figurado, piedra angular de su negocio, no puede atenderlo y consecuentemente no se generan ingresos.

Esta red de seguridad tiene aún más sentido cuando el autónomo tiene personal a cargo. Aseguras a tus empleados, ¿y no te aseguras tú?

Echemos cuentas. ¿Qué recibimos si caemos enfermos? Con un seguro de baja laboral percibo una indemnización diaria, que yo elijo, si no puedo trabajar. Así completo una prestación pública que resulta insuficiente:

Tan importante como calcular cada euro que nos puede dar a ganar o a perder nuestra actividad, resulta calcular el impacto sobre nuestra economía (también la familiar) que implica nuestra inactividad por razón ajena a nosotros. Una razón ajena e inevitable, imprevisible, imponderable… Como una enfermedad o un accidente.

Se trata de prevenir, de asumir por nuestro bien, una muy razonable cantidad al mes, casi la cuarta parte de lo que se paga de Seguridad Social, y duplicar el ingreso mensual en caso de baja. Al igual que asumimos la cuota del coche o la de internet; las podemos negociar pero no las cuestionamos. Se trata de hacer nuestra red de protección más amplia, completando los ingresos mensuales, de modo que descansemos algo nuestros hombros.