ingeniería

Diego Patiño | Santiago Carro

estudio de ingeniería y arquitectura cotpa_

 

El oro del siglo XXI se llama Coltán (y Galicia tiene la única mina en Europa)

A lo largo de nuestras publicaciones hemos entresacado noticias que, más allá del hecho curioso, arrojan una información de gran interés para la región de Galicia: el gran potencial que posee gracias a sus recursos propios así como el talento para "emergerlo". Hablamos de empresas que han sabido transformar las mareas en energía, sobre cómo numerosas ganaderías transforman el metano -también- en energía...

En esta ocasión nos referimos a un yacimiento antiguamente explotado para extraer estaño en la localidad orensana de Viana do Bolo –hace más de 40 años– y que hoy vuelve a estar de máxima actualidad por dos factores: por un lado, en dicha mina, en las escombreras se encontró columbo tantalita –en lenguaje más accesible, coltán– y, por otro lado, el coltán es un apreciado material para diversas industrias (tecnológicas, armamentísticas, dispositivos móviles...) donde, y hasta la fecha, el cuasi único mercado se registraba en la República Democrática de El Congo, un país con dudosas prácticas de explotación infantil en la extracción de dicho mineral, amén de conflictos armados que han surgido en paralelo a la extracción del coltán por ser el objeto más deseado del siglo XXI.

La desaparecida Rumasa fue la encargada de explotar el yacimiento en la década de los 80 para extraer estaño. Hace casi 10 años otra compañía recuperó la mina y, entre sus escombreras, hallaron coltán; o, lo que es lo mismo, la mezcla de los óxidos de niobio y de tántalo. Y por qué es tan "importante" el coltán actualmente. Este mineral hoy es sumamente valioso para todas las empresas de electrónica y es el responsable de que hoy podamos tener smartphones y tablets tan delgados y pequeños. El coltán en sí no es un elemento químico (no aparece por ello en la tabla periódica), es un mineral constituido por la mezcla en una proporción desigual de columbita y tantalita. El óxido de tantalio posee una cualidad muy interesante para la industria tecnológica: tiende -por sí sola, de manera natural- a formar capas extremadamente finas. Cada una de estas capas es empleada en la fabricación de condensadores, capaz de almacenar energía. Y puesto que el mercado demanda "miniaturizar" los smartphones (mayor cantidad de prestaciones en el menor espacio posible), la industria electrónica ha conseguido que el coltán esté asimismo en las baterías de los productos anteriormente mencionados, en los microprocesadores y hasta en las lentes de las cámaras de los teléfonos móviles.

Por sí mismo el coltán carece de aplicación práctica y debe ser procesado para separar el tántalo del niobio. Además, según la procedencia del mineral, la fórmula para separar ambos compuestos es distinta. De hecho, separar el coltán gallego de Penouta ha llevado un trabajo de investigación por parte de investigadores del CSIC de 6 años. Para lograr el coltán, en la misma mina de Penouta se procede a un primer procesamiento. Posteriormente se mezcla el mineral con un conjunto de aditivos para introducirlos en un horno donde -más tarde- saldrán lingotes de estaño y escoria de tántalo y niobio por otro. Con dicha escoria se somete a un segundo nivel donde se desgrana el niobio y el tántalo gracias a un proceso químico por formación de compuestos con fluoruro. Ahora, ya sí, después de completarse dicho proceso el coltán aparece con aspecto de polvo blanco. El motivo por el que se ha denominado al coltán como el nuevo oro negro es porque la demanda de este producto es elevadísima y las minas donde se encuentra el coltán son pocas en todo el mundo, con una elevada concentración en El Congo y Ruanda, ambos países donde la explotación infantil en las minas está a la orden del día.

Por ello, la mina de Penouta, en Viana do Bolo (Ourense) sería la única mina en toda Europa y que –obviamente– garantizaría el derecho de los trabajadores en unas condiciones laborales óptimas.