medio ambiente

Maruxa Pérez Vázquez

presidenta de aproema_

 

El radón en la edificación

El radón es un gas noble, por lo tanto, inerte (no reacciona con otros elementos químicos), es incoloro, inodoro e insípido y es soluble en agua. El radón es radiactivo, es decir, sus átomos se convierten, de manera espontánea, en átomos de otros elementos químicos.

Se forma de manera natural por la desintegración del uranio que existe en las rocas y en el suelo. Este proceso de desintegración ocurre en la tierra desde hace miles de millones de años; se llama cadena de desintegración natural del uranio.

Este gas, no suele presentar niveles altos al aire libre, pero tiende a acumularse en las viviendas y puede dar lugar a concentraciones elevadas, especialmente en zonas con suelos muy permeables o con un alto contenido de radio-226.

Porqué en Galicia existen niveles elevados de este gas

Las rocas, fundamentalmente graníticas, presentes en buena parte de Galicia, son relativamente ricas en minerales de uranio y, por tanto, existe una probabilidad de emanación de radón superior a la de otras zonas. Por ello, cuando se dan las condiciones idóneas, puede alcanzar concentraciones elevadas en algunas partes de las viviendas de Galicia.

Esta probabilidad es mayor en ciertas zonas. Las concentraciones de radón en una vivienda o en un edificio en general, varían de manera sustancial con la situación geográfica. Dado el gran número de factores implicados, es muy difícil predecir si los niveles de este gas serán elevados en una vivienda concreta. De ahí que la mejor manera de conocer si hay una concentración elevada sea medir el radón presente en el domicilio.

Con la finalidad de conocer más a fondo el problema, en Galicia opera el Laboratorio de Radón de Galicia de la Universidad de Santiago de Compostela, el cual elaboro un Mapa de Radón de Galicia donde se representa la exposición real a radón de la población gallega. En él los ciudadanos gallegos podrán conocer la probabilidad de tener determinadas concentraciones de este gas en sus respectivos municipios; dicho mapa puede consultarse públicamente en la web www.usc.es/radongal.

En qué condiciones y zonas tiende a acumularse el radón en la edificación

El radón puede suponer un problema en cualquier tipología de vivienda, ya sea nueva construcción o vivienda existente, con corrientes de aire o bien aislada, con o sin sótanos; no es habitual en plantas elevadas y, por tanto, es mucho menor la posible exposición en zonas urbanas que rurales.

La localización de la vivienda, factores como la forma en la que fue construida, los materiales de construcción, el estado en el que se encuentra, los hábitos de ventilación, o las medidas de eficiencia energética que suponen un mejor aislamiento de las viviendas, pueden repercutir en los niveles de radón existentes

Las mayores concentraciones de este gas en un edificio se localizan en las plantas inferiores como sótanos y plantas bajas. En ocasiones se han encontrado valores de concentraciones altas en plantas superiores, cuando existe una comunicación entre plantas, debido al tiro térmico que asciende por los conductos.

El radón procedente del subsuelo sobre el que se encuentra construida la vivienda, entra en las viviendas atravesando soleras, forjados o muros por cualquier fisura o grieta que haya en el suelo, por pequeña que ésta sea. Del mismo modo, puede colarse por las juntas no estancas entre el suelo y las paredes, por los espacios alrededor de cables o tuberías o por los sumideros y desagües.

Los materiales de construcción, por lo general, no suponen un riesgo, puesto que las piedras de granito empleadas en la construcción tienen una capacidad de liberar radón diez veces inferior a la que tiene el suelo.

Cuando los niveles superan la recomendación de la OMS ¿qué medidas se pueden tomar?

Para eliminar la concentración de radón en viviendas existentes, existen tipos de medidas correctivas, como:

    • Ventilación: La ventilación se puede aplicar en el interior de la vivienda, puede ser natural o forzada. El objetivo es la renovación del aire interior para conseguir reducir los niveles de concentración del radón en la vivienda.
    • Sellado de grietas y fisuras: En suelos y paredes de sótanos o plantas bajas se suele utilizar como un paso inicial para la mitigación. Siempre ha de ir acompañada de otra medida complementaria.
    • Barrera de protección anti-radón: Se basa en la colocación de una lámina prefabricada o en la proyección de una membrana continua sobre la totalidad de las superficies de la vivienda en contacto con el terreno.
    • Despresurización natural del terreno: Se basan en la despresurización del terreno mediante la extracción de aire desde el área donde se asienta el edificio. Su función es crear una vía de escape del radón del terreno reduciendo el flujo que se pueda filtrar en el interior de la vivienda.
    • Despresurización activa del suelo (DAS): también llamada extracción forzada, es la medida más indicada para viviendas existentes, puesto que aporta una gran fiabilidad y eficacia en la reducción de los niveles de radón, siempre que su instalación sea la correcta. Por ese motivo es el método utilizado en la mayoría de los países. Su funcionamiento es similar a los sistemas de extracción natural, exceptuando la incorporación de un extractor para forzar el tiro de evacuación, consiguiendo de esta manera una succión mayor y constante desde el punto de captación.
    • Presurización positiva: Se puede conseguir de dos formas diferentes: invirtiendo el funcionamiento de un sistema de despresurización forzada del terreno o instalando un extractor con funcionamiento inverso, de forma que impulse aire en el interior de la vivienda en lugar de extraerlo.

También hay técnicas de mitigación de radón en relación con el agua: Para reducir la concentración en el suministro de agua potable existen diferentes técnicas como la aireación o el uso de filtros de carbón activo granular, técnicas sencillas y eficaces.

Es muy importante que, durante la vida de los sistemas de mitigación o protección frente al radón, se asegure su funcionamiento, aumentado su fiabilidad y prolongando su duración. Por todo ello, se deben llevar a cabo una serie de operaciones de mantenimiento.

Todas estas consideraciones son muy importantes para cuidar nuestra salud ya que, cuando el radón pasa al aire, podemos inhalarlo al respirar. Una vez en el interior del cuerpo, se fija a los tejidos del pulmón y continúa desintegrándose, emitiendo partículas que podrían llegar a dañar las células. Esto supone un factor de riesgo para la formación de cánceres de pulmón que, además, se ve aumentado en caso de personas fumadoras o que presenten otros factores de riesgo.