Aproin Digital 184 / Marketing Inmobiliario  

marketing inmobiliario

María Teresa Medina Rodríguez

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I.A. Inteligencia Artificial

En contadas ocasiones tan pocas siglas han significado un impacto tan grande en nuestro sector, en cuanto a la creación de miedos, confusión, expectativas y esperanzas. La I.A como gran artífice y a la vez feroz competidora de los trabajos venideros; la I.A como la solución a muchísimos problemas presentes y futuros, desde el mundo de la Salud al de la Industria; la I.A como esa gran desconocida que puede convertirse en compañera de trinchera o invicta enemiga.

No hay duda de que el desarrollo de diversos programas informáticos y su aplicación en los diferentes terrenos de la publicidad, el comercio y en la producción de contenidos audiovisuales y escritos ha llegado, y definitivamente se quedará a vivir con nosotros; su uso, cuando se atempere este fogonazo inicial que parece haber encandilado a muchos y aterrado a otros, será probablemente normalizado en todos los campos de trabajo.

Tener soluciones inmediatas, precisas y rápidas para cualquiera de las tareas en las que es aplicable, la convertirá, probablemente, en una poderosa aliada de uso cotidiano, y deberemos guardarla con esmero en nuestra cajita de herramientas profesionales, para tenerla disponible sea cual sea la tarea a la que nos enfrentemos. Un miedo parecido al que algunos experimentan en la actualidad debió de generarse durante la Revolución Industrial del Siglo XlX, cuando enormes máquinas llegaron para sustituir la ingente cantidad de mano de obra humana que era necesaria entonces para realizar cualquier trabajo en una fábrica.

El ser humano evoluciona, y con él lo hace todo lo que conlleva la curiosidad que lo caracteriza y el imparable anhelo por cambiar el mundo. A pesar de que en casi todas las conversaciones las dos siglas se cuelan, todo hace pensar que de momento el cambio será relativo; mientras que en algunas profesiones la función humana quedará relegada a la supervisión y estaremos abocados a reciclarnos, en otras, el factor humano seguirá significando el eje primordial para la toma de decisiones. En el mundo inmobiliario, la

I.A será de inestimable ayuda para redactar un texto descriptivo de una propiedad pero no servirá de nada si el comprador no confía en quien le ofrece respuestas a sus dudas e incertidumbres; podremos preparar para un propietario una presentación de servicios que sea atractiva y bien estructurada, pero no servirá de nada si el cliente no cree que seamos capaces de defender su patrimonio y sus intereses, simplemente porque en algún momento de la conversación una mirada, un gesto desaprobatorio, una duda se abrió camino en su mente, y en esos casos observaremos en sus ojos algo parecido a una luz roja encendida prediciendo que la respuesta será NO. Una y otra vez decimos que el mundo inmobiliario es absolutamente emocional; mientras quien vende maneja las claves del lenguaje del valor, quien compra está pensando en costos.

Dominar ambos lenguajes para concienciar a unos y otros de cuál es el punto de equilibrio que permite que un comprador diga sí y un vendedor también, es una de las tareas más complejas y apasionantes a las que un agente inmobiliario puede dedicar su esfuerzo. Haciendo un paralelismo del mundo de la Psicología, los programas informáticos tardarán mucho en poseer Neuronas Espejo Inmobiliarias; no será sencillo sentir como un ser humano sin serlo; no será sencillo generar ese indefinible hilo que nos une, que hace que nuestro interlocutor se arrellane en su asiento y se abra con confianza, si en nosotros no ve a un igual que pueda entenderle; no será sencillo que el cliente abra su corazón y comparta sus miedos, sus problemas e ilusiones a menos que en nosotros lata un corazón semejante al suyo.

Día a día me descubro a mí misma urdiendo pequeños trucos para lograr que en la atención telefónica de algunas empresas me atienda una persona: si digo “contratar”, probablemente me pasen a un agente antes que si elijo cualquier otra palabra, y si yo lo hago así, es posible que ustedes también lo hagan, y con la misma finalidad. Nos gustan los cacharros informáticos, nos gustan todos esos aparatejos con enchufe que prometen, y algunos lo cumplen, hacernos la vida más sencilla; nos gusta la innovación y novelerear en las tiendas qué es lo último de lo último, atesorando mil cachivaches diversos, cargadores de esto y de lo otro, y programas para lo necesario y lo superfluo, pero esta Humanidad de la que formamos parte y a la que amamos ha sufrido de modo inimaginable por permanecer en la faz de la Tierra en esta dolorosa y lenta evolución de un millón de años, y al final, siempre se ha impuesto la flexibilidad y la capacidad de adaptación. Seremos humanos una vez más, sacaremos partido de todo lo útil que aporte la I.A, afinaremos la empatía, nos adaptaremos al entorno, y aquí seguiremos dando lo mejor de nosotros mismos .